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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Antifragile: Things That Gain from Disorder
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 0812979680
Editorial: Booket
Aquí en 12’ somos grandes fanáticos de Nassim Nicholas Taleb. El autor de “La Lógica del Cisne Negro” siempre entra en nuestra lista de libros favoritos y fue uno de los primeros microlibros que creamos. Si en “La Lógica del Cisne Negro” Taleb nos mostró que eventos altamente improbables e imprevisibles son extremadamente comunes y moldean nuestro mundo, en su nuevo libro nos trae un concepto tan interesante como el del Cisne. En “Antifrágil” habla de las cosas e ideas que no solo se benefician del desorden, pero que necesitan de él para sobrevivir. Antifrágil es el manual de instrucciones para vivir en un mundo repleto de incertidumbre y este microlibro te presentará las ideas claves de este fantástico libro.
La fragilidad es un concepto simple. Sabemos que una porcelana o un conjunto de tazas de cristal son ítems frágiles, que requieren cuidados especiales. Y para evitar imprevistos es necesario saber lidiar con esa fragilidad, por ejemplo, protegiéndolos al momento de transportarlos.
Sin embargo, cuando intentamos hablar de lo contrario a la fragilidad, se nos hace difícil. ¿Cómo debemos llamar a lo que no es frágil? Muchos dirían que lo contrario de la fragilidad es la robustez, pero la robustez no es lo contrario de frágil. Un ítem robusto puede no quebrarse cuando ocurre un accidente, pero no se beneficia de esa situación. Si el ítem frágil necesita de un paquete que diga “manéjese con cuidado”, el ítem contrario a la fragilidad que buscamos es uno que mientras menos cuidados reciba al ser manipulado, más fuerte se vuelve. Aparentemente no existe una palabra que defina esta situación: ítems que se benefician de lo inesperado. Y así, Taleb acuña la palabra que guiará nuestra narrativa: Antifrágil, la antítesis de lo frágil.
El ejemplo para describir lo que es la antifragilidad es la Hidra de Lerna, una figura de la mitología griega. la Hidra era una serpiente con varias cabezas que aterrorizaba a los griegos y era conocida por ser indestructible. Cada vez que alguien le cortaba una de las cabezas, 2 aparecían en su lugar. Mientras más era atacada más fuerte se volvía. Ella es la definición de antifrágil.
Un ejemplo de antifragilidad es el proceso de evolución de los seres vivos. Piensa en la teoría evolutiva de Darwin, sobre cómo las criaturas evolucionan y se adaptan. La evolución sólo sucede en un ambiente inconstante y hostil. Siempre que se da una dificultad la evolución obliga a la vida a adaptarse para que se encaje bien en el nuevo ambiente. Sin embargo, existe un aspecto interesante en este concepto: mientras el proceso en sí es antifrágil, los individuos que participan en él son frágiles.
La evolución sucede cuando el código genético cambia y luego es pasado de una generación a otra. Mientras los cambios persisten y se quedan, los individuos que ayudaron en ese cambio padecen a lo largo del tiempo. Y su muerte es necesaria para abrir espacio a la evolución. Y una de las reglas de la antifragilidad es justamente esta: para que un sistema sea antifrágil, la mayoría de sus partes necesita ser frágil. Esto es porque las partes de un sistema antifrágil funcionan dando información acerca de lo que funciona y lo que no.
Las fallas, por lo tanto, son parte crucial del proceso, que funciona a través del método de prueba y error. Por cada error cometido por los individuos involucrados, el sistema se fortalece, porque aprende cosas nuevas de los errores y se hace mejor.
La economía es también un sistema antifrágil. Las partes que la constituyen, como personas y empresas, son de alguna forma frágiles, pero la economía en sí es lo contrario. Para que ella crezca, algunas de esas partes necesitan fallar, porque es necesario aprender con los errores cometidos por sus partes. Cuando una empresa quiebra, ella le enseña a los demás elementos del sistema económico algunas lecciones sobre cómo no morir en este ambiente.
La antifragilidad hace parte de nuestro día a día y está presente en todo momento. Cuando hacemos ejercicios físicos, por ejemplo, estamos experimentando antifragilidad, porque estamos exponiendo nuestro cuerpo a fuerzas anormales, para que se fortalezca y nuestros músculos crezcan.
En un ejercicio, los músculos son confrontados por fuerzas estresantes, como por ejemplo, los pesos del gimnasio. Eso hace que nuestro sistema antifragil responda con la supercompensación, mejorando nuestra capacidad de lidiar con el estrés que en teoría nos causaría fragilidad.
La fuerza surge de la supercompensación en momentos de adversidad y deja a los sistemas antifrágiles con elementos de exceso de fuerza construidos en respuesta a los agentes de estrés. En teoría, desperdiciamos fuerzas al ejercitarnos y el sentido común nos dice que el éxito depende del uso eficiente de nuestros recursos, sin desperdicios.
Por otro lado, la supercompensación y la redundancia son vitales para la antifragilidad, pues nos preparan para problemas desconocidos e inciertos. El ejercicio que parece un desperdicio de tiempo puede en verdad salvarnos de una emergencia cuando necesitamos correr o saltar. En otras palabras, esta redundancia nos deja más aptos para lidiar y sobrevivir en situaciones adversas e inesperadas.
La consistencia y previsibilidad acaban creando sistemas frágiles. Mientras que la antifragilidad es típicamente encontrada en sistemas naturales y biológicos, los sistemas antifrágiles suelen ser artificiales. Por eso, la mayoría de las cosas creadas por el hombre no pueden ser antifrágiles, ya que no pueden mejorar a través de los errores y lo inesperado. Un sistema creado por el hombre puede ser robusto, pero raramente será antifragil. Piensa por ejemplo en un automóvil. El automóvil puede rodar miles de kilómetros y durar décadas. Pero su uso a lo largo del tiempo lo hará más débil y desgastado, hasta el momento en que sucumba.
Sin embargo, a pesar de ser poco comunes, existen sistemas artificiales antifrágiles. La economía, por ejemplo, tiene una estructura casi biológica y tan compleja que se volvió antifrágil. Sin embargo, no solo la complejidad hace a un sistema antifrágil. Para ser antifragil, debe ser inconsistente. La inconsistencia viene dada por los choques entre los agentes de estrés que definen cuáles unidades deben morir para fortalecer el sistema. En un sistema previsible y calmo no hay agentes de estrés y tampoco ninguna presión sobre las unidades del sistema. Con eso, poco a poco la antifragilidad del sistema desaparece. Por ello, tratar de controlar lo antifrágil tiende a debilitarlo.
Por ejemplo, la mayoría de las veces que un gobierno trata de domar a la economía a través de intervenciones y regulaciones, la economía se hace frágil. Cuando un gobierno trata de volver su economía más previsible, este remueve los agentes de estrés y eso acaba debilitando el sistema. La tranquilidad le quita al sistema las informaciones que son aprendidas por la inconsistencia, a través de ensayos y errores, lo que fragiliza al sistema como un todo.
Nuestra sociedad sobreestima el conocimiento teórico y académico y tiende a subestimar el conocimiento práctico. Tendemos a creer que el conocimiento teórico nos va a llevar al conocimiento práctico, pero eso raramente sucede. Piensa de la siguiente forma: si sabes lanzar un cohete, probablemente no sabes ser un astronauta.
Nassim Taleb tiene una larga experiencia con los mercados de capitales internacionales. Él se dio cuenta de que estos mercados son extremadamente inconsistentes y que los inversionistas más exitosos eran los que poseían menos educación formal. A pesar de no entender mucho sobre teoría económica, o conocer los países en qué invertir, ellos sabían cuál era el momento correcto para colocar su dinero en algún activo.
Por eso, es importante saber que es perfectamente posible beneficiarse de un sistema antifrágil sin entender sus principios teóricos. Para ello, es necesario que tengas opciones y elecciones en ese sistema, como las opciones de compra y venta de acciones de las bolsas de valores. Si el sistema te da oportunidades, sin ninguna obligación de tu parte, tienes ‘opcionalidad’.
La ‘opcionalidad’ existe en todos los sistemas. Tú usas tus opciones en todas tus decisiones del día a día y ellas sólo dependen de ti. Puedes ir a una fiesta en automóvil, a pie o en el metro. Puedes incluso simplemente no ir. Estas decisiones son tuyas y nadie puede obligarte a escoger una opción.
Los periodos de inconsistencia e incertidumbre son inevitables. Nosotros pasamos por periodos de crisis en nuestras vidas personales, profesionales, enfrentamos crisis económicas, y nos deparamos con accidentes imprevisibles. Es necesario entender lo imprevisible y aceptarlo para volverse una persona antifrágil.
Para volverte antifrágil, no es necesario evitar las incertidumbres sino que es necesario saber que las situaciones extremas pueden suceder y prepararte para ellas.
La primera forma de prepararte es concentrándote en el elemento negativo que puede suceder. Sabiendo cuál es el elemento negativo, disminuyes tus riesgos. Por ejemplo, si te quieres proteger de las inconsistencias de la economía, es bueno prepararse y garantizar que la mayor parte de tus recursos esté seguro, así no vas a sufrir con la volatilidad del mercado. Taleb recomienda que coloques el 90% de tus activos en inversiones de bajísimo riesgo y alta previsibilidad. Al hacer eso, acabas ganando menos dinero en inversiones más arriesgadas, pero por otro lado, garantizas tu estabilidad financiera.
Después de protegerte contra los imprevistos negativos, debes concentrarte en el otro lado: el elemento positivo. Si guardas el 90% de tus bienes para evitar exponerte a posibles fluctuaciones de la economía, ahora puedes usar el 10% restante de la mejor manera posible. Con este 10%, puedes correr riesgos, porque aunque las cosas no salgan bien estás colocando en juego sólo ese 10%, que no te afectará de forma permanente. Este enfoque protege tu patrimonio, pero también te da la oportunidad de capitalizar en un escenario donde un elemento positivo puede ocurrir y traerte grandes ganancias.
Un ejemplo de mala colocación de recursos sería, por ejemplo, si colocas todos tus activos de una inversión de riesgo mediano. No te proteges y te expones a elementos positivos y negativos al mismo tiempo. Hacer eso significa colocar el futuro de tu dinero en una condición de extremo riesgo e incertidumbre.
Si no tienes opciones, estás cercado. Imagina que tienes que hacer una reserva de hotel en una ciudad en una fecha donde el flujo de turistas es altísimo. Miras en todos los hoteles y no encuentras una habitación. Cuando encuentras la última habitación de la ciudad el precio es altísimo. Desafortunadamente, no puedes hacer nada, sólo puedes pagar esa reserva. ¿Feo, no?
Cuando estás cercado, tienes solo una opción y tienes que seguirla independientemente del costo. Y el costo de no tener opciones será determinado por el tamaño de la presión; mientras mayor sea la presión, más difícil será lidiar con ella.
En el caso del hotel, por ejemplo, los costos pueden ser altos para la persona que está reservando la habitación, pero serían peores si hubiese decidido llevar a toda la familia en este viaje. Mientras más compleja es la situación más caro se hace salir de ella. Con la economía mundial cada vez más conectada debido a la globalización, el mundo nos deja cada vez más expuestos a presiones de dimensiones colosales. En la economía, por ejemplo, si una grande empresa se queda sin opciones para sobrevivir, ocurre un efecto dominó. Sus proveedores, trabajadores, y clientes son afectados, y a medida que ellos son afectados, otras empresas y personas son impactadas.
Cualquier gran problema económico actualmente es global y universal, y sus impactos repercuten a alta velocidad. Siempre busca tener opciones
La gran crisis económica de 2008 dejó profundas cicatrices en la economía contemporánea. Lo más interesante es que en los meses que antecedieron a la crisis, varios especialistas del área garantizaron que no habría nada de qué preocuparse. Estos profesionales estaban completamente equivocados y la crisis le costó miles de millones de dólares a la economía mundial.
Incluso después una previsión equivocada y desastrosa, muchos de esos especialistas continuaron en posiciones de prestigio y poder, sin tener que disculparse por el error cometido en la crisis de 2008. Eso sucede porque en áreas como la economía, los profesionales se conocen, conviven y dependen unos de otros, por lo que existe un gran recelo y cuidado al hacer cualquier crítica incisiva a algún colega de la profesión.
Este tipo de situación es ejemplo de un problema serio en la sociedad moderna: la antifragilidad de muchas personas solo existe porque otras están siendo dañadas. En el caso de estos especialistas, esta gente gana prestigio cuando tiene la razón, pero no sufren consecuencias cuando están equivocadas. El analista de Wall Street y de los demás mercados financieros se volvió un profesional antifragil, dado que él no está corriendo riesgos con sus actitudes y sí con la de los demás.
La forma de pensar de nuestra sociedad tiene un problema fundamental. Creemos que necesitamos hacer a nuestra sociedad lo más tranquila y consistente posible. A medida que la gente se hace más inteligente, también se va haciendo más arrogante y quieren tener cada vez más control sobre el mundo. Como la inconsistencia es algo que no podemos prever, tratamos de evitarla y disminuirla para tener control sobre el mundo.
Los políticos y los economistas tienden a pensar que nuestro ciclo económico de altos y bajos es ineficiente e imprevisible, y trabajan tratando de entender cómo controlarlo para que mejore y evolucione. Ellos desarrollan teorías económicas complejas que apuntan los momentos en los que debe haber intervención en los ciclos económicos para que podamos ser capaces de prever mejor la economía. Sin embargo, esta política de actuar de forma ”correctiva” sobre un sistema es llamada “intervencionismo ingenuo”.
Desafortunadamente, no sabemos tanto como creemos y eso hace que, en vez de mejorar nuestros sistemas, acabemos empeorándolos y haciéndolos más frágiles sin darnos cuenta. Al intentar volver estos sistemas más previsibles, les estamos robando la volatilidad que necesitan para sobrevivir y evolucionar. Sin la inconsistencia, no hay antifragilidad y los problemas dejan de ser visibles, escondiéndose bajo una falsa tranquilidad. Entonces, sin poder percibirlo, estos problemas alcanzan proporciones gigantescas que son mucho más difíciles de tratar.
Un ejemplo interesante sería pensar en un bosque. Todo bosque corre el riesgo de ser incendiado. Sin embargo, el riesgo de un incendio de gran porte se reduce cada vez que ocurre un incendio pequeño. Los incendios pequeños retiran del bosque materiales inflamables periódicamente sin llevarse una gran cantidad de árboles. Un incendio de menor proporción es un ejemplo de volatilidad, característica que nos ayuda a prevenirnos de problemas más grandes. Cuando evitamos la volatilidad, quedamos más propensos a incendios devastadores.
Nuestra sociedad tiene el mal hábito de hacer previsiones sobre el futuro basada en una visión estrecha y limitada del pasado. Eso hace que aquellos que siguen las previsiones puedan estar corriendo el riesgo de sufrir consecuencias cuando los eventos previstos no suceden. Otro defecto de ese pensamiento es creer que la peor cosa que hemos visto es la peor que puede suceder. El hecho de haber ocurrido un atentado terrorista el 11 de septiembre que destruyó 2 torres en Nueva York no significa que algo de proporciones mucho mayores no pueda ocurrir en el futuro.
Creer en nuestra capacidad de prever el futuro nos lleva a tener planes de emergencia para situaciones negativas y limitadas y no permite que pensemos realmente en todas las cosas malas que pueden suceder. Las emergencias pueden ser totalmente imprevisibles e improbables y tenemos que basarnos en el peor escenario posible a la hora de prevenirnos.
Un ejemplo interesante viene de la ingeniería. La planta nuclear de Fukushima, por ejemplo, fue construida para resistir el terremoto más grande que se ha visto en el mundo. Sin embargo, sus creadores no estaban conscientes de que un terremoto mayor que los pasados podría suceder en el futuro. En 2011, entonces, a pesar de que la planta fue construida pensando en terremotos pasados, un terremoto de mayor proporción destruyó el reactor de la planta.
Tendemos a creer que la Revolución Industrial fue causada por el progreso científico. Es eso lo que nos enseña las escuelas, ¿cierto?. La mayoría de las personas cree que los progresos teóricos guiaron los avances tecnológicos que transformaron la manera en cómo la sociedad producía productos, y así, la economía.
Sin embargo, eso no es verdad. Cuando la Revolución Industrial ocurrió, ella no fue liderada por académicos sino por personas sin instrucción formal. El submarino, por ejemplo, fue inventado por un pastor y no por una universidad o una institución naval. Otras invenciones importantes también vinieron como resultado de personas que trabajaban de forma independiente. Vinieron de personas que experimentaban con nuevas tecnologías e ideas para crear herramientas útiles. Fue esa dinámica de ensayo y error lo que garantizó que la Revolución Industrial sucediera, formando un sistema antifrágil.
Hoy, nuestra sociedad no entiende la importancia de la antifragilidad y la narrativa oficial de la Revolución Industrial es la prueba de eso. No nos gusta imaginar que nuestro progreso puede haber sucedido a través de un sistema de ensayo y error y preferimos creer en razones más deterministas para haber avanzado como sociedad.
Nuestra sociedad quiere que nuestros especialistas sepan exactamente lo que están haciendo y que no experimenten. Desafortunadamente, lo que no está claro para todos es que la aleatoriedad y la antifragilidad que viene del caos son necesarias para el surgimiento de cambios e innovaciones reales.
Consejo de 12’: ¿Ya escuchaste hablar de “El Cisne Negro” (¡no la película!)? El libro anterior de Taleb es una obra fantástica sobre el impacto de lo imprevisible en nuestras vidas. Te recomendamos mucho que leas ese microlibro. ¿Ya lo leíste? Léelo de nuevo, vale mucho la pena ;)
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Prestigioso ensayista, investigador y financiero nacido en Líbano y nacionalizado estadounidense. En su rol como educador forma parte del Instituto de Ciencias Matemáticas de... (Lea mas)
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